Estoy pensando seriamente que el destino se las trae con amigos, conocidos y gente que estimo; ayer, 17 de noviembre del año en curso, el padre de un músico que conozco desde hace mucho tiempo y respeto desde entonces, murió por la obra y gracia de unos cerdos delincuentes que no merecen ser nombrados, esos que se sostienen con la desgracia ajena. Los mismos que se persignan cuando pasan por una iglesia y le piden a los curas nombres cristianos para sus hijos, esos personajes que todos odiamos, que todos tememos pero principalmente odiamos, y los Odiamos con “O” mayúscula.
No es la primera vez que siento esto, tampoco es la última estoy seguro, pero no quiero acostumbrarme a la impotencia, al dolor, como dijo Mercedes Sosa, tres cosas hay en el alma mía: amor, pesar, dolor. No quiero siquiera pensar que hay en el alma de la familia, a todos ellos mi más grande solidaridad, mi abrazo sincero.
A ellos y a otras víctimas les refrendo mi apoyo incondicional y me sumo a la voz que clama justicia, que clama desde hace tantos años YA BASTA.
RIP
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u_u
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