Es difícil que hable más de cinco minutos por teléfono, eso, como era de esperarse me ha cosatado más de una bofetada y alguna que otra enemistad. Para mis amigos es una grosería, para mi familia una forma vulgar de romper lazos, para la burocracia la forma evidente del poco interés que muestro en sus servicios.
El caso es que con el celular pasa algo diferente, hablo poco tiempo sí, pero hablo muchas veces: hablo con mi novia, con mi hermana, con mis amigas, con alguno que otro cuate, mi asesora de tesis, la gente del archivo y así, vivo entonces pegado al celular. Tengo que confesar que aceptarlo no sabe tan bien, pero tampoco es algo que pueda seguir negando.
En una ardua investigación llegué a la conclusión de que mis palabaras hacían algo en el teléfono para que me tuviera así de enganchado, leí en alguna revista una teoría de esas a guisa de mito urbano que me atrajo de inmediato:
según esta publicación, en cada teléfono celular vive algo o alguien que, siendo alimentado por nuestras palabras exige más llamadas con la finalidad de perpetuarse, es como sí cada que hablaramos alimentásemos a nuestro monstruo, ese que viene con nuestro equipo k789 o W no sé qué, o motorola o nokia o el que sea, todos tienen un ente habitando dentro que usa nuestras palabras de aliento, de amor, de sumisión de cualquier tipo como alimento.
Esta pesquisa me llevó al fabuloso y nunca bien ponderado YOUTUBE donde damas y caballeros encontré lo siguiente:
(Absténganse adictos al celular o cardiacos potenciales)
El caso es que con el celular pasa algo diferente, hablo poco tiempo sí, pero hablo muchas veces: hablo con mi novia, con mi hermana, con mis amigas, con alguno que otro cuate, mi asesora de tesis, la gente del archivo y así, vivo entonces pegado al celular. Tengo que confesar que aceptarlo no sabe tan bien, pero tampoco es algo que pueda seguir negando.
En una ardua investigación llegué a la conclusión de que mis palabaras hacían algo en el teléfono para que me tuviera así de enganchado, leí en alguna revista una teoría de esas a guisa de mito urbano que me atrajo de inmediato:
según esta publicación, en cada teléfono celular vive algo o alguien que, siendo alimentado por nuestras palabras exige más llamadas con la finalidad de perpetuarse, es como sí cada que hablaramos alimentásemos a nuestro monstruo, ese que viene con nuestro equipo k789 o W no sé qué, o motorola o nokia o el que sea, todos tienen un ente habitando dentro que usa nuestras palabras de aliento, de amor, de sumisión de cualquier tipo como alimento.
Esta pesquisa me llevó al fabuloso y nunca bien ponderado YOUTUBE donde damas y caballeros encontré lo siguiente:
(Absténganse adictos al celular o cardiacos potenciales)
1 comentario:
Después de que vi el vídeo ya no quiero hablar por cel, que tal que un día este dormida y el monstruo aparezca. Que horror!!!!!!. Actualmente ya no existe el COCO sino el CEL!!!!
ATTE: CUCA
ABRAZOS y BESOS!!!!!!!!
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