lunes, 2 de junio de 2014

Senza parole

Hice una apología poética de la sangre en las paredes de mi habitación, no la recuerdo, pero sé que estaba interesante, profunda. No hablaba de asesinatos ni pasiones desbordadas, sino de banquetes interminables y vinos del Rin traídos del duty free.
Recuerdo que en una frase estaban libros viejos de Torino y trigonometría analítica. Había también una bañera llena de agua, un eureka, una casa de madera y 8 enanos. Creo vislumbrar la existencia de un pequeño retrato robado en un mercado de pulgas.
El poema, aunque cuidaba la métrica era más bien libre, liberado, podríamos decir.

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